martes, 29 de abril de 2014

Una rica comida de pobres.

Cuando se combina la lenteja con el arroz se obtiene una proteína de alto valor nutricional, equiparable a los que aportan los alimentos de origen animal.  Es rico en las vitaminas B1, Be y B6, abunda en zinc y selenio pero sobre todo en hierro.
Es un grano que tolera la sequía y prospera en un gran número de ambientes. Un tercio de la producción mundial de lentejas proviene de la India, donde se consume en el mercado interno. Los países que consumen una mayor cantidad de lentejas se encuentran en Asia, el norte de África, Europa Occidental y parte de Latinoamérica. El mayor exportador de lentejas es Canadá, mientras que los principales importadores son Argelia y Egipto seguidos por Bangladesh, Sri Lanka, India y Pakistán. En Europa se destaca España, Francia, Italia y Alemania y en América la Comunidad Andina y Brasil.
Los investigadores consideran a la lenteja como una de las legumbres más antiguas que se conocen. Los primeros indicios de su cultivo datan de unos 7000 a 9000 años de antigüedad. Se cree que su cultivo comenzó en lo que es hoy Israel. 
La civilización egipcia se destacó por su cultivo intensivo y por ser los primeros exportadores de lentejas de la Antigüedad. Era la comida destinada a la realeza, tal como puede verse en una pintura al fresco de la época de Ramses III (1200 a.C), donde se ve a un sirviente cocinando con esta legumbre. Aunque también fue la comida de los obreros que construyeron la gran pirámide de Keops. Cuentan los historiadores que se les daba grandes cantidades de lentejas junto con cebolla y cerveza. Cuenta Herodoto que en dicha pirámide podían encontrarse una inscripción en la que se detallaban las cantidades de alimentos consumidos por dichos obreros.
En cambio, los griegos y los romanos la consideraban un alimento destinado únicamente a los pobres, o para los que querían dar muestras de pobreza y humildad como algunos filósofos o religiosos.
Tal vez parte de la mala fama que alcanzó fue el relato bíblico que se encuentra en el Génesis 25:34, donde se cuenta el trueque de un plato de lentejas que hizo Jacob para quedarse con la primogenitura de Esau, su hermano mayor.
Según Apiano, natural de Alejandría y un alto funcionario de Egipto, las lentejas era el plato principal de las cenas funerarias pues tenían la curiosa condición de que: “Al comer lentejas de Egipto, el hombre se vuelve alegre y divertido.” Esta virtud de alegrar a los deprimidos y llorosos hizo que los romanos la sirvieran durante las cenas de duelo familiar.
Durante la Edad Media, volvieron a ser populares pues se trató de una época de hambre y escasez. En el Siglo XVII se rechazó el consumo en la dieta humana y se proclamó que solo era buena para los caballos. Durante la Revolución Francesa regresó a la mesa de los hogares, y ya nunca más se perdió.
Un último dato: En el siglo XIV comenzó la fabricación de unos pequeños discos de vidrio que podían montarse sobre un marco.  Estos pequeños discos tenían forma de lenteja, y se les llamó “lentejas de vidrio” y de aquí proviene la palabra “lente”.

 

Lentejas de la abuela

½ kilo de lentejas
3 chuletas ahumadas
6 salchichas
100 gr de tocino
150 gr de chorizo
100 gr de jamón
3 tazas de caldillo de tomate o jitomate
3 plátanos machos
Acompañamiento:
3 tazas de arroz blanco cocido
6 huevos cocidos

Limpie y ponga a cocer las lentejas. Mientras pique el tocino y el chorizo y ponga en una olla para que se vaya friendo, agregue la chuleta ahumada picada y deshuesada, las salchichas picadas y el jamón picado.  Cuando ya se haya frito añada el caldillo de tomate o jitomate.  Cuando se hayan cocido las lentejas agregue el sofrito de carnes frías y los plátanos pelados y rebanados.  Deje hervir y sazone con sal. 

Sirva acompañado con arroz blanco y un huevo cocido.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario