Cuando se combina la lenteja con el arroz se
obtiene una proteína de alto valor nutricional, equiparable a los que aportan
los alimentos de origen animal. Es rico
en las vitaminas B1, Be y B6, abunda en zinc y selenio pero sobre todo en
hierro.
Es un grano que tolera la sequía y prospera en
un gran número de ambientes. Un tercio de la producción mundial de lentejas
proviene de la India, donde se consume en el mercado interno. Los países que
consumen una mayor cantidad de lentejas se encuentran en Asia, el norte de
África, Europa Occidental y parte de Latinoamérica. El mayor exportador de
lentejas es Canadá, mientras que los principales importadores son Argelia y
Egipto seguidos por Bangladesh, Sri Lanka, India y Pakistán. En Europa se
destaca España, Francia, Italia y Alemania y en América la Comunidad Andina y
Brasil.
Los investigadores consideran a la lenteja como
una de las legumbres más antiguas que se conocen. Los primeros indicios de su
cultivo datan de unos 7000 a 9000 años de antigüedad. Se cree que su cultivo
comenzó en lo que es hoy Israel.
La civilización egipcia se destacó por su cultivo
intensivo y por ser los primeros exportadores de lentejas de la Antigüedad. Era
la comida destinada a la realeza, tal como puede verse en una pintura al fresco
de la época de Ramses III (1200 a.C), donde se ve a un sirviente cocinando con
esta legumbre. Aunque también fue la comida de los obreros que construyeron la
gran pirámide de Keops. Cuentan los historiadores que se les daba grandes
cantidades de lentejas junto con cebolla y cerveza. Cuenta Herodoto que en
dicha pirámide podían encontrarse una inscripción en la que se detallaban las
cantidades de alimentos consumidos por dichos obreros.
En cambio, los griegos y los romanos la
consideraban un alimento destinado únicamente a los pobres, o para los que
querían dar muestras de pobreza y humildad como algunos filósofos o religiosos.
Tal vez parte de la mala fama que alcanzó fue
el relato bíblico que se encuentra en el Génesis 25:34, donde se cuenta el
trueque de un plato de lentejas que hizo Jacob para quedarse con la
primogenitura de Esau, su hermano mayor.
Según Apiano, natural de Alejandría y un alto funcionario
de Egipto, las lentejas era el plato principal de las cenas funerarias pues
tenían la curiosa condición de que: “Al comer lentejas de Egipto, el hombre se
vuelve alegre y divertido.” Esta virtud de alegrar a los deprimidos y llorosos
hizo que los romanos la sirvieran durante las cenas de duelo familiar.
Durante la Edad Media, volvieron a ser
populares pues se trató de una época de hambre y escasez. En el Siglo XVII se
rechazó el consumo en la dieta humana y se proclamó que solo era buena para los
caballos. Durante la Revolución Francesa regresó a la mesa de los hogares, y ya
nunca más se perdió.
Un último dato: En el siglo XIV comenzó la
fabricación de unos pequeños discos de vidrio que podían montarse sobre un
marco. Estos pequeños discos tenían
forma de lenteja, y se les llamó “lentejas de vidrio” y de aquí proviene la
palabra “lente”.
Lentejas de la abuela
½ kilo de lentejas
3 chuletas ahumadas
6 salchichas
100 gr de tocino
150 gr de chorizo
100 gr de jamón
3 tazas de caldillo de tomate o jitomate
3 plátanos machos
Acompañamiento:
3 tazas de arroz blanco cocido
6 huevos cocidos
Limpie y ponga a cocer las lentejas. Mientras
pique el tocino y el chorizo y ponga en una olla para que se vaya friendo,
agregue la chuleta ahumada picada y deshuesada, las salchichas picadas y el
jamón picado. Cuando ya se haya frito
añada el caldillo de tomate o jitomate.
Cuando se hayan cocido las lentejas agregue el sofrito de carnes frías y
los plátanos pelados y rebanados. Deje
hervir y sazone con sal.
Sirva acompañado con arroz blanco y un huevo
cocido.
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