En esta semana de pascua que acaba de pasar, mi
familia y yo nos fuimos a pasar unos días en Jiquilpan, en el estado de
Michoacán, para relajarnos y alejarnos de la atareada ciudad.
Ahí, el tiempo se estiró de una manera
increíble. Nos dio tiempo de muchas cosas. Sentimos como si el mundo estuviera
en cámara lenta. A nosotros se nos hacía raro de que el día nos rindiera para
hacer tantas cosas, pero la gente de allá, están acostumbradas a tal ritmo. Nos
dio tiempo de caminar todo el acomodarnos en el hotel, visitar un museo y
recorrer el centro del pueblo en menos de dos horas. El museo que visitamos era
la casa-hecha-museo del escultor mexicano Feliciano Béjar, el cual fue oriundo
de Jiquilpan, y entre sus obras más destacadas son los magiscopios, esculturas
de vidrio, metales y plásticos. Dato interesante, es que nos relataron que
Feliciano, nunca aprendió el trabajo de la herrería ni del vidrio, y aun así
logro hacer estas bellas formas de arte.
Después, pasamos a la iglesia del pueblo, un
hermoso edificio con murales bellísimos. No estuvimos tanto tiempo en la
iglesia como en el museo, puesto que no quisimos molestar a los feligreses con
nuestra incesante toma de fotos. Paseamos alrededor del centro del pueblo,
donde vendían unas cuantas artesanías con motivos de las peregrinaciones que se
estaban realizando a lo largo de todo el estado de Michoacán. Tras eso, tuvimos
una larga y exquisita reunión con amigos nuestros donde nos dieron a probar el
caldo miche, uno de los platillos típicos del estado.
Al día siguiente, tuvimos otro día lleno de actividades,
desde ver un partido de fútbol (al cual rompimos las leyes del tiempo y el
espacio, puesto que el partido empezaba a las 10:30 y salimos apenas del hotel
a las 10:25. Todavía nos dio tiempo de acomodarnos en las gradas, ponernos
bloqueador solar y charlar un poco antes de que empezara el partido), irnos al
rancho de un amigo donde comimos birria de ternera (que acababan de matar) y
tuvimos una amena charla mientras disfrutábamos la deliciosa comida. Tras eso,
para finalizar el día, mis hijos y mi esposo se fueron a tomar un café en compañía
de nuestros amigos.
Ese día, desayunamos un delicioso desayuno
típico de Michoacán, el desayuno tarasco. Lo acompañamos de unos uchepos, que
son unos tamalitos de maíz tierno. Como nos encantó tanto el desayuno tarasco,
los he hecho en mi casa durante varios días. Les dejo aquí la receta, recomendándoles
que lo hagan, ya que los elevará hasta el extasís.
¡Provecho!
Desayuno tarasco
1 taza de frijoles bayos cocidos
2 tortillas
2 huevos
2 cucharadas de crema
2 cucharadas de queso rallado
Aceite el necesario
Muela los frijoles y vierta en un sartén. Ponga aceite en una sartén y fría las
tortillas rápidamente a que queden suaves.
Remoje las tortillas en los frijoles molidos y doble en dos al poner en
el plato. Cubra con crema y queso. Fría los huevos y ponga encima de las
enfrijoladas.
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