Cuando era apenas adolescente, me interesé en la cocina,
principalmente en los postres, aunque vamos, que niña de 12 – 14 años no se
interese en los postres. Como vivíamos en la Isla del Socorro, donde no habían
muchas cosas que hacer, mis padres me dieron luz verde para hacer los postres
que yo quisiera.
Primero tuve que escoger y planear que postres o pasteles
iba yo a hacer, pues en la isla no habían tiendas en las cuales se pudiera
comprar cosas de última hora. Teníamos
que hacer el encargo y enviarlo por radio, y así cuando viniera el barco, una
vez por mes, me traerían las cosas que
necesitaba.
Ahora entiendo que esa experiencia me ha servido a lo
largo de mi existencia para planear todo, pero principalmente mis menús y
comidas.
Lo primero que pensé en hacer fue un pastel de chocolate,
pues a quien no le gusta el chocolate. Empecé
a juntar los ingredientes y descubrí con horror que no había encargado una
batidora, ni batidor de globo, ni nada por el estilo. En los ingredientes de las recetas nunca te
piden una batidora, pues yo no la pedí.
Esperarme un mes para poder hacer un pastel, no. Entonces, el camarero de la casa, me dijo: “no
se preocupe señorita, yo le bato las claras con unos tenedores” y así fue. “a qué punto se las bato” y contesté de
manera muy sabia, “a punto de turrón”.
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“¿Qué es eso?” me pregunto, Toño el camarero.
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“Es cuando volteas el traste y no se caen las
claras, se quedan pegadas al tazón,” contesté de manera aún más sabia.
Y cual sería mi sorpresa que en un momento dado, al estar
batiendo las claras, voltea el tazón sobre su cabeza y, por supuesto, se bañó
en claras batidas a punto de nieve, no de turrón.
Aun así seguimos haciendo el pastel. Mezclamos la
mantequilla con el azúcar y las yemas, se batieron nuevamente las claras y
revolvimos todo. Vertimos en un molde y como la receta decía hasta que esté
cocido. Pues esperamos que se
cociera. Pero después de 2 horas de
estar en el horno, pensamos que ya estaba suficientemente cocido. Y sí estaba cocida la parte de arriba, porque
la de abajo estaba completamente quemada.
Nos dimos a la tarea de quitar todo lo quemado y servimos
un pastel de 1 cm de altura. Pero mi
padre como era increíble, se lo comió todo y me dijo que siguiera haciendo
pasteles, que me había quedado muy rico.
Y sí, sigo haciendo pasteles.
Pastel de plátano y chocolate
2 ¼ tazas de harina
Cucharadita de
bicarbonato de sodio
1 ½ cucharadita de polvo para hornear
Pizca de sal
170 gr de mantequilla
¾ taza de azúcar
½ taza de azúcar moreno
2 huevos
1 ½ tazas de plátanos hechos puré
½ taza de yogurt griego
4 cucharadas de suero de leche
4 cucharadas de Nutella
Cobertura:
1 taza de azúcar glas
2- 3 cucharadas de café expreso o concentrado de café
Precaliente el horno a 175°C y engrase y enharine un
molde de rosca.
Cierna el harina, polvo para hornear, bicarbonato de soda
y la sal y reserve. En un tazón bata la
mantequilla con las dos azucares hasta que esté cremosa, agregue los huevos y
continúe batiendo. Agregue el puré de
plátano, el yogurt y el suero de leche y mezcle bien. Añada los ingredientes secos. Ponga dos tazas
de la mezcla con plátanos en un tazón pequeño y agregue la Nutella, incorpore
bien los ingredientes.
Vierta un tercio de la mezcla clara en el molde
preparado. Esparza la mezcla de Nutella
por cucharadas y termine con el resto de la mezcla clara.
Hornee por 50 – 60 minutos o hasta que al insertar un
palillo esté salga limpio. Deje enfriar
por diez minutos y desmolde. Ponga la
cobertura y sirva frio.
Cobertura: mezcle el azúcar glas con el café y vierta
sobre el pan cuando esté frío.