viernes, 24 de abril de 2015

Rebanadas de ricura en estas rebanadas de naranja confitada.





La palabra española para naranja viene del sánscrito narang, aunque no es una palabra nativa a esa lengua sino que se especula que se tomó de las lenguas drávidas como el tamil donde se dice narandam a la naranja amarga y nagarukam a la naranja dulce.  La palabra nari significa fragancia. La palabra junto con la fruta fue lentamente llevada hacia occidente, del sánscrito pasó al persa, luego al árabe y de ahí al español, naranjo y naranja.

Se difundió a otros idiomas europeos en un curioso proceso.  Los portugueses cambiaron la ene inicial or una ele, entonces la llamaron laranja.  Al pasar al italiano, para que la ele inicial no hiciera redundancia con el artículo “la” se le eliminó la ele inicial, por lo tanto le llamaron arancia.  Cuando pasó al francés y al latín se relacionó con el lexema oro (or y aurum) y entonces se le llamó orange en francés y aurantium en latín.  Resulta que en la Edad Media el idioma culto de Inglaterra era el francés, en inglés pasó tal cual como orange.  Pero algo curioso en Europa en esta época es que la única naranja que conocían era la de sabor amargo.

Pero como en esa época se inició el comercio con partes del mundo que no conocían como Las Indias, Portugal trajo en el siglo XVI las naranjas de sabor dulce.  Primero llamadas en español, naranjas de China y naranja mandarina o tangerina.  Una de estas variedades, la Citrus sinensis acabó por tomar el nombre de naranja a secas, antes se le llamada aurantium, la cual pasó a ser llamada naranja amarga.

En algunas partes de México y el Caribe se sigue llamando a la naranja dulce “naranja China. En Puerto Rico y República Dominicana se le conoce simplemente como “china”.  La naranja de la variedad Citrus reticulata fue perdiendo el nombre de naranja hasta quedarse simplemente con el nombre de “mandarina” por lo que no se suele considerar como una naranja.

Rebanadas de naranja confitada

2 – 3 naranjas grandes
500 gr de azúcar
1 taza de agua

Lave las naranjas.  Corte las naranjas en rebanadas finas, desechando las puntas.  Coloque las rebanadas en un sartén grande y cubra con agua, deje hervir.  Vierta las naranjas en un colador y coloque nuevamente en el sartén con agua suficiente, deje hervir.  Enjuague las naranjas y vuelva a ponerlas con agua para hervir, haciendo esto se les quita lo amargo.  Repita esta operación una vez más.  Acomode las naranjas en el sartén grande y vierta el agua con el azúcar disuelto, ponga a cocer hasta que se forme un almíbar muy espeso y las naranjas estén confitadas.  Retire del sartén y ponga en papel encerado, deje que se enfríen y se sequen.




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