jueves, 23 de octubre de 2025

Tetelas, pupusas y arepas: tres formas de decir hogar


          La mesa latinoamericana donde el maíz une un solo pueblo y un solo espíritu: el latinoamericano 

Las tetelas son una joya de la cocina oaxaqueña que conserva en cada pliegue el espíritu de la tradición mixteca. Se preparan con masa de maíz nixtamalizado y se rellenan con frijoles negros o queso Oaxaca, para luego doblarse en forma de triángulo y cocinarse lentamente en el comal. Esa forma triangular no es solo estética: simboliza equilibrio y hogar. Al dorarse, liberan el aroma del maíz tostado, un olor que parece hablar del campo, del fuego encendido y de las manos que amasan desde generaciones atrás.

En Oaxaca, las tetelas se disfrutan tanto en la mesa diaria como en las fiestas de pueblo. Son alimento humilde, pero cargado de historia. En ellas se reúnen los tres pilares del mundo mesoamericano: el maíz, el frijol y el fuego. Su textura suave por dentro y ligeramente crujiente por fuera las hace irresistibles, y cada mordida parece traer un eco del pasado, como si el comal fuera un tambor que conserva la memoria de las abuelas.

En tierras salvadoreñas, una prima cercana lleva otro nombre: la pupusa. Redonda y generosa, es orgullo nacional de El Salvador. Hecha también de masa de maíz, se rellena de queso, frijoles o chicharrón y se cocina hasta que el relleno burbujea. Se sirve con curtido de repollo y salsa de tomate, y su sabor encarna el espíritu comunitario salvadoreño: abundante, cálido y lleno de vida. En cada pupusa hay un gesto de hospitalidad, una invitación a compartir.

Más al sur, en Colombia y Venezuela, brilla la arepa, un disco dorado que es desayuno, cena o merienda según el día. Puede ser gruesa o delgada, rellena de queso, carne o aguacate, y siempre huele a casa. La arepa ha trascendido fronteras, pero sigue siendo el alimento que representa unión y familia. En cada país tiene su acento, pero en todos conserva el corazón de la tierra: el maíz convertido en sustento y en identidad.

Tetelas, pupusas y arepas son hermanas de masa, fuego y memoria. Cada una cuenta la historia de su pueblo, pero todas nacen del mismo grano que alimenta a América desde tiempos antiguos. El maíz, con su sencillez y nobleza, nos recuerda que la verdadera riqueza no está en la abundancia, sino en la mesa compartida, donde los sabores se encuentran y el corazón se siente en casa. Porque en su diversidad —en sus formas, rellenos y colores— el maíz nos enseña que la variedad da sabor a la vida, y que cada versión es una manera distinta de celebrar quiénes somos.

En este sentido, las tetelas, pupusas y arepas son auténticos ejemplos de slow food latinoamericano: comidas que se preparan con calma, con memoria y con alma. En cada una, el maíz no solo alimenta el cuerpo, sino que teje el tiempo y las costumbres. Son platos que nos invitan a detenernos, a oler, a probar y a recordar que lo lento, cuando nace del corazón, también alimenta mejor.

Tetelas oaxaqueñas

  • 1 kilo de masa de maíz
  • 2 cucharadas de aceite
  • Sal al gusto
  • 4 tazas de frijoles refritos
  • 250 gr queso Oaxaca

  1. Prepare la masa con el aceite, sal al gusto y si es necesario utilice un poco de agua tibia para poderla amasar.  
  2. Cuando esté al punto reserve.
  3. Coloque un comal en la estufa.  
  4. Forme bolitas de masa, aplane cada una y ponga en el centro una cucharada de frijoles refritos, encima coloque unas hebras del queso Oaxaca.  
  5. Cierre en forma de triángulo cubriendo el relleno.  
  6. Ponga en el comal y voltee de tanto en tanto para que se cueza parejo.
  7. Aunque las tetelas tradicionales son en comal, puede freir los triángulos si lo desea.
  8. Sirva acompañado de salsa y verduras al gusto.

(Editado por Mario Alberto Vázquez Rosas)

(Fotografía por Emelina Guadalupe Rosas León)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario