El Blueberry Grunt es un postre tradicional del este de Canadá, especificamente de la provincia de Nueva Escocia, donde los arándanos crecen silvestres y abundantes. Su nombre curioso viene del sonido que hace al cocinarse: cuando las frutas comienzan a hervir lentamente bajo una capa de masa tierna, el postre “gruñe” o “resopla”, de ahí la palabra grunt, que en inglés significa literalmente “gruñido”. Es un plato humilde y cálido, creado en las cocinas rurales, donde las familias aprovechaban las frutas frescas del bosque para preparar algo reconfortante.
El postre combina lo mejor de dos mundos: la jugosidad de una compota de frutas y la suavidad de unos panecillos cocidos al vapor encima. Al tapar la cacerola, el vapor hace que la masa crezca y absorba los aromas de las frutas, logrando una textura esponjosa por dentro y brillante por fuera. Tradicionalmente se sirve tibio, acompañado con crema, nata o helado de vainilla. Es un clásico que, como muchos postres de campo, nació de la sencillez y del deseo de aprovechar lo que la naturaleza ofrecía.
En su versión más conocida, el grunt se prepara con arándanos azules, pero en mi cocina decidí adaptarlo a lo que tenía a mano: una mezcla de frutos rojos que incluía fresas, frambuesas y moras. El resultado fue un postre de colores intensos, dulce pero con un toque de acidez, que llena la casa con un aroma delicioso. Al escucharlo burbujear en la olla entendí perfectamente por qué los canadienses dicen que “el postre canta”.
Hacerlo así, con frutos variados, fue casi un juego de curiosidad y de amor por lo que hay disponible. Esa es también parte del espíritu de la cocina canadiense y de muchas cocinas del mundo: adaptar, aprovechar, transformar. Quizá por eso este postre se ha mantenido vigente por generaciones; porque cambia con cada hogar, con cada temporada y con cada cocinero.
Mientras lo servía, todavía tibio, pensé que este grunt de frutos rojos es una muestra de cómo los sonidos y aromas de la cocina pueden contar historias. Lo que empezó como un postre sencillo de campo en Canadá, hoy puede sentirse cercano, casero y familiar, incluso a kilómetros de distancia. Y es que, como todo buen platillo tradicional, tiene alma propia: burbujea, canta y alegra.
Grunt de frutos rojos
- 4 tazas de frutos rojos
- ½ taza de azúcar
- ½ taza de agua
- 1 cucharadita de jugo de limón
- 1 cucharadita ralladura de limón
- 1 rama pequeña de canela
Masa:
- 1 taza de harina de trigo
- 1 cucharadita de polvo para hornear
- ¼ cucharadita de sal
- 2 cucharadas de mantequilla en cubos
- ½ taza de leche
- En una cacerolita coloque los frutos rojos, el azúcar, el agua, el jugo de limón y la rama de canela.
- Cocine a fuego medio hasta que los frutos rojos de cuezan y formen un jarabe espeso, alrededor de 10 minutos.
- Mientras tanto, prepare la masa: mezcle harina, polvo para hornear y sal.
- Añada la mantequilla y desmenuce con los dedos o un tenedor hasta que parezca arena.
- Incorpore la leche hasta formar una masa suave y un poco pegajosa.
- Cuando los frutos rojos estén listos, retire la raja de canela y añada la ralladura de limón.
- Si desea una preparación más tersa, puede licuarlos o machacarlos.
- Con una cuchara, coloque montoncitos de la masa sobre la fruta hirviendo.
- Tape bien la cacerola y deje cocinar a fuego bajo, unos 18 – 20 minutos, sin destapar, para que la masa o dumplings se cuezan al vapor.
- Sirva caliente, acompañado de crema batida o helado de vainilla.